Del amor al odio...

Este es mi último post... Charly leyó mi blog, vio lo que puse de él y reaccionó de extraña manera...

¡Regresé!!

Volví a postear después de un año... Comparto con ustedes EL PRINCIPE LLEGÓ...

Fumando espero...

En días simples llego a fumar una docena de cigarros. En días medianamente complejos puedo fumar hasta quince. En días terribles, en esos momentos en que la tensión me devora y ...

05 mayo, 2008

UN NOVIO PARA JUAN DIEGO

Publicadas por Juan Diego 214 comentarios
,Todos creen que me siento solo y no se equivocan. Si, es cierto, tengo a mi familia maravillosa junto a mí, a mis amigos-hermanos del alma siempre al lado, tengo trabajo, estudio, llevo una activa vida social, pero... me siento solo. No ando deprimido ni alterado ni amargado, solamente me siento solo y quiero que me dejen en paz sintiéndome así que eso no es tan malo.

Desde el domingo toda la tropa ha organizado una serie de actividades a fin de detener la supuestamente efervescente infelicidad solitaria de Juandieguito. He recibido regalos, invitaciones a almorzar, comer, bailar, chupar. Y, todos mis amigos se han propuesto emparejarme a cómo de lugar.

Me citaron el lunes en casa de Fabián. Llegué hecho trapo luego de un agotador día de trabajo. Allí, Omar y su parejita charapa, Gary, se encargaron de presentarme a Hans, otro charapita cumbiambero. Me vendieron al charapita como un chibolo riquísimo de piel suave y aire exótico, cuerpo marcado, boca golosa y no sé que tanto más...

Cuando me di cara a cara con el muchachito, me topé con un pequeño shipibo que traía susto por doquier. Su cara denotaba el pánico que sentía de ser expuesto cual esclavo para la compra de un futuro patrón. Me gusta la piel bronceada, un peruanito rico siempre viene bien, pero lo que nadie me dijo era que Hans postulaba para ser hembra. Sus cejas eran el fiel reflejo de que lo metrosexual se está perdiendo para convertirse en mariconada pura. Jimmy Santi y sus cejas dibujadas con plumón, podría ser un macho completo al lado de Hans. El chico era hiper amanerado, una señorita del oriente peruano que cruzaba sus piernitas y tomaba el cafecito de Fabián siguiendo hasta el último consejo de Frida Holler y su dedo meñique. Conclusión: agradecí a la parejita por sus buenas intensiones, pero honesto como suelo ser, les dije que no pasaba nada con Hans.

Fabián me invitó el martes, después de clases, a comer a un restaurante en la Costa Verde. Iríamos en parejas. ¿Quienes? Él y su Raúl, y un amigo de Raúl y yo. O sea, me seguían buscando novio. Me recogieron de la universidad y me montaron en un BMW espectacular, azul, brillante, nuevo. Quien lo manejaba era Anselmo. Un hombre atractivo e inteligente de 66 años. Si, no me equivoqué al escribir. Anselmo tiene 66 años, apenas 38 años más que yo. Casi podría ser mi padre y es mayor que mi madre. Sus canas le dan ese toque de abuelito al que todos queremos. Mientras trataba de seducirme (lo hizo toda la noche) imaginaba que besarlo sería como besar a mi abuelo que en paz descanse. Sus bigotes blancos, mostacho de jinete de caballo de paso, se movían divertidos en dirección izquierda. De no haber sido por el raro movimiento y por el delicioso robalo sudado en chupe con risotto criollo me habría dormido en las manos maltrechas del tío. Fabián se molestó conmigo. Dice que debí mostrarme más "amable" con el empresario petrolero. Millonario o no, lo que menos quiero es emparejarme con alguien mayor que mi madre.

Llegó el miércoles. Era el turno de Leonel. Previamente, mi amigo, me había enviado vía e-mail una serie de fotos de chiquillos héteros buenísimos compañeros del chilinguee de Paulcito, su hétero particular. Uno estaba más rico que el otro. Fue difícil definir con cual de ellos sería mi cita de miércoles. No tenía ilusión alguna con esos cueritos de cuerpitos marcados y pinta de jugadores del Boca Juniors. Saberlos heterosexuales no me brindaba motivación alguna, aunque como me dijo Leonel, muy serio, lo importante sería divertirme. Escogí a Mateo. Me recordaba a un compañero de colegio (1). Acepté visitar el cuarto-matadero de mi amigo a las 8 de la noche. ¡Vas a disfrutar como loco! me decía Leonelcito emocionado y feliz de intentar hacerme feliz.

Estuve puntualísimo. Me recibió Mateo. Las fotos no hacían justicia alguna con su físico. El chiquillo que no llegaba a los veinte abriles. Se parecía, para mi mal, a un amor platónico hollywoodense, a Jesse Bradford (2). Como parece ser la característica de este tipo de muchachitos, era educadísimo, amabilísimo, y posesor, para ¿mi buena suerte? de un culo riquísimo.

Me reí a más no poder con los muchachos. Tomamos ron (me cae bomba), de pronto el hétero quería besarme. Yo quería ser besado y besarlo hasta tragarme esa boquita rosadita, pero mi hígado, estómago y cabeza vivían los estragos que beber ron producen en mí. Mi entusiasmo crecía como crecían mis ganas de vomitar, y justo cuando Mateíto rico puso su boca rica en mi boca, todas las sustancias que peleaban por no salir, salieron disparadas. Vomité a Mateo de la cabeza a los pies. El pobre muchacho corrió cual cenicienta siendo vencida por la hora y yo me convertí en pordiosero de la vergüenza. Cogí mi carroza de calabaza y me fui.

Luego del roche no quería saber nada de los hombres. Parecía que el universo se habían propuesto arruinarme todos los planes de conquista. En resumen, aire, tierra, cielo, viento, subsuelo no querían verme acompañado.

Guillermo me dijo que él no me presentaría a nadie. Que el amor llegaría a mi vida sin que lo busque o me lo busquen. Estoy de acuerdo. El amor no se puede forzar. No obstante haber forzado un poquito las cosas con Mateo no habría sido tan malo. Pero... no quedaba de otra. ¿Qué planes tiene Dios para mí? me pregunté mucho estos días. El sabrá, pues.

Omar y Gary organizaron una reunión ayer viernes. Celebraban dos semanas de feliz unión sentimental. El depa de Fabián estuvo repleto. Mis amigos-hermanos y sus respectivas parejas, mis desgraciados intentos de pareja en fila y con trago en mano: Hans, el cumbiambero amanerado, el tío millonario y Mateo hétero y riquísimo. Además, destacaban otras parejitas invitadas amigos de los prometidos de mis amigos y, a un lado, aburrido, Juan Diego acariciaba a Cher, la perra de Fabián.

Pop, dance, cumbia y hasta salsa cubana inundaban los parlantes del equipo de sonido. Los tragos iban y venían. Mateo me sacó a bailar. No acepté. Odio bailar en casas o departamentos. Bailo como descocido en una discoteca, pero en una casa, no. El tío millonario me invitaba a ir de viaje a Buenos Aires. Imaginar sus mostachos a ritmo de tango me hacía decir ‘gracias, pero no puedo...’ Hans bailaba los ritmos de Euforia moviéndose como serpiente endemoniada y dando de nalgazos dirigidos a mis ojos, me sonreía como bataclana de quince lucas.

De un momento a otro, el tío millonario invitaba a Mateo a Buenos Aires. Mateo se entusiasmaba mientras se dejaba agarrar el potito con disimulo. Hans, borracha, otro no podría ser el término a usar, se tiraba al piso haciendo planchas cumbiamberas. Nadiana se horrorizaba de tanta ¿vehemencia?

Mi cámara retrató todos los momentos. Fui el fotógrafo de la reunión. ¡Juandi por aquí! ¡Mira Juandi tómale una foto a... ! Un flaquito de anteojos, pareja de uno de los amigos de Armando, la pareja de Guillermo, me siguió hasta el baño. Intentó meterse al baño conmigo y se ganó un ¡Vete a la m...! Momentos después, la pareja del flaco sinvergüenza pregonaba que yo me había sometido a su macilento enamorado. Fabián me defendió en el acto. ¡Juan Diego no es de esos! Y, claro, Leonel, directo y cruel, dijo que Juan Diego tiene buen gusto y jamás, nunca, por nada, se fijaría en una porquería como ésa. (así lo dijo)

Me sentí tan fastidiado por la tonta situación que quise irme. La llegada de cinco personas más detuvo mi intento. Eran dos parejas tomaditas de la mano y un violinista guapo y risueño. Fabián me presentó al violinista recién llegado. Si que estaba rico. Algo mayor que yo, atlético y con una sonrisa linda que inundaba de luz cada palabrita que soltaba. Me cayó bien. Si no fuera por él me hubiera marchado, decidí quedarme a disfrutar de su compañía. ¡Mentiraaaaa!

Me quedé para mirar, de lejitos, a la pareja de Rómulo, uno de los amigos de Gary. Rómulo, que me conoce desde hace años, se acercó a saludarme y tras él, su pareja. Si, carajo, no me quedé por la grata compañía del violinista de sonrisa linda de quien siquiera recuerdo el nombre, me quedé porque algo me atrajo, entretuvo, distrajo de la mirada de Renzo la pareja de Rómulo. Y, algo atrajo, entretuvo, distrajo a Renzo de mi mirada. Lo cierto es que cuando la puerta del depa se abrió para que ellos hagan su ingreso, su mirada y la mía se encontraron, como que se buscaron entre las cabezas que se dispersaban rítmicas sobre la sala. Esa mirada me era familiar, no sé de donde. Y a él también, porque me preguntó si nos conocíamos de algún lado.

- No que yo sepa - respondí -. Pero...
- Te habré visto en sueños, entonces - respondió haciendo un mohín de pendejito con los labios.
- O en otra vida - le dije casquivano jejeje...
- ¿Bailamos?

Odio bailar en casas o departamentos, pero no pude decirle que no a este amable muchacho. Rómulo me sonrío ampliamente y dijo ¡Vamos Juan Diego quiero verte! Pobre Rómulo, me animaba a bailar y yo estaba entusiasmado con la mirada rica de su Renzo que pasaba su mano por mi cintura, yo pasaba la mía por la suya. De un momento a otro, pareció que no había nadie en la reunión, que todo estaba oscuro y solo él y yo bailábamos a ritmo de Thalia. Nos miramos fijamente, algo de mi alma se rindió frente a él, mi cuerpo se expresó débil y mis manos acariciaron su espalda. Sentí sus manos recorriendo lentamente mi omóplato, su aliento mezclándose con mi aliento, su boca pegándose a la mía. Cerré los ojos para dejarme llevar, él me abrazaba, yo lo abrazaba, íbamos a besarnos, en eso recuperamos la cordura ante el grito agudo de Fabián. ¡Cambio de pareja! chilló mi amigo. Renzo y yo nos soltamos rápidamente como si nos apestara la presencia cercana del otro. Rómulo miró molestísimo a Renzo y caminó con la cara color naranja rumbo al baño. Renzo y yo apenas nos reponíamos del momento mágico, mientras Fabián y Guillermo me reprobaban con gestos. Juro que no podía explicar qué había pasado. Leonel, en cambio, estaba feliz. “Amigo, eres terrible” reía. Vendría a los segundos la desaprobación de Omar. ¿Y a ti que te pasa? No supe que decir. Renzo caminó hacia el baño. Fui tras de él, quería explicarle a Rómulo que su pareja y yo bailamos sin mala intensión. Sé que eso no era cierto, pero qué más podía decir. Aunque sí era cierto. Cómo voy a querer besar a la pareja de otro en medio de la fiesta.

Todos los invitados a la reunión me miraban pésimo. Los amigos de Rómulo me odiaban hinchando las pupilas. La pareja del flaco que se quiso meter conmigo al baño, afirmaba voz en cuello que tengo la costumbre de someterme a parejas ajenas.

Leonel caminó hacia el tipo y le metió una bofetada inmisericorde que resopló por todo Miraflores. El flaco quiso defender a su pareja y se ganó un puñete en el estómago. El abofeteado gritaba histérico y adolorido. ¡De mi amigo Juan Diego nadie habla mal, carajo! vociferaba mi Leonel querido. Agradecía que me defienda, no obstante usar los golpes era demasiado. Los amigos de los golpeados quisieron vengar el vejamen. La presencia de Paul, hétero cuero y enorme, detuvo cualquier intensión. Mateo se alejó del viejo millonario que le sobaba el culo y se posó machito delante de ellos.

Fabián calmaba los ánimos. Guillermo también. Armando se atrevía a decir que todo lo sucedido era mi culpa. Leonel lo vio dispuesto a mandarle un duro sopapo. Guillermo gritó al gordo y le pidió no repetir ese comentario. Nadiana decía que nadie tenía derecho a juzgarme y su mariachi tomaba una cerveza tras otra. Gary le preguntaba a Omar si Juan Diego siempre es así y Omar lloraba por que Juan Diego postula para santito de iglesia. El violinista de sonrisa linda me miraba con cierto asco y sus amigos me 'cacheteaban'con la mirada. “Pero si solo bailaban pegados” soltó risueño el viejo millonario. Todos discutían en voz alta, deliberaban, peleaban...

Quise explicarle a Rómulo que esto era un terrible malentendido, que jamás me fijaría en un hombre ajeno, si, iba a mentir una vez más, pero me detuve cuando escuché que Renzo le decía tras la puerta del baño que yo no le interesaba para nada, que hizo conmigo lo mismo que Rómulo había hecho con un tal Mauro en un cumpleaños hacía dos semanas. ¿Se siente feo, no? le decía. O sea, el tarado ése me había usado para vengarse de la pareja. Buen par de pendejos. “Es muy chibolo para mi gusto” le decía Renzo. Rómulo parecía aceptar las excusas. Salieron del baño abrazados.

Volví a la sala y vi claramente que Leonel arrastraba de los pelos al flaco sinvergüenza que se quiso meter al baño conmigo. Los demás gritaban. Guillermo y Armando jalaban a Leonel para que cese el ataque. ¡Basta! resoplaba Fabián. Omar lloraba, Gary, también. Todo fue un caos. La reunión terminó entre gritos y golpes. Los invitados salieron golpeados y prometiendo no volver. Rómulo y Renzo se disculpaban con Fabián y conmigo. Yo quería arrastrar de los pelos a Renzo. “Cuídate mucho” me dijo el desgraciado de Renzo mientras volvía a acariciar mi omóplato y yo casi cedía. Con disimulo introdujo un papel en mi bolsillo.
Nos quedamos en el depa solo mis amigos, sus parejas y los héteros, el millonario y Hans que era el único que bailaba frenéticamente moviendo el poto como sambista de carnaval.
El pobre Leonel recibió todas las reprimendas debido a su violencia incontrolable. “De Juan Diego nadie habla” encaró a Guillermo. “Si dicen que tú eres una puta me hago el huevón porque no estarían mintiendo, pero de Juan Diego nadie habla, ok” Adoro a Leonelcito, pero dejaba en el ridículo al pobre chato delante de su pareja. Guillermo tuvo un ataque de tos convulsiva. “Aquí nadie es puto ni puta” aclaré. “Yo no hice nada malo, solo bailé con el baboso ése” Todos me vieron raro al escuchar que baboseaba a Renzo. ¿No lo veías tan baboso hace un rato? me dijo un lloroso Omar.

“Vámonos, Diego” me dijo Leonel. “Nuestros amigos son muy injustos con nosotros” Cogí mi casaca y me dispuse a irme. “Siento mucho si origine problemas” me disculpé.”No te vayas, Juandi” me pidió Fabián. Esa invitación para quedarse en el depa no incluía a Leonel, obviamente, así que la rechacé. Leonel se ganó pleitos con todos a causa mía. “Mañana hablamos” les dije a todos.

Mateo posó su brazo sobre mi hombro, me dejé abrazar. Salimos los cuatro del depa. Paul recordó las habilidades para la pelea de Leonel y todos reímos. Subimos al auto. Prendí la luz y revisé el papel que me entregó Renzo. Me daba el número de su celular y su e-mail.

¡Vamos a chupar a mi cuarto! gritó Leonel. Todos esperaron mi respuesta. ¡Vamos¡ respondí. Mateo me abrazó, Leonel y Paul se dieron un piquito y yo guardé en mi billetera el papelito entregado por Renzo.

Mateo ponía su boca rica en la mía. Afortunadamente no había tomado ron. La noche apenas empezaba...

Gracias por leerme

Juan Diego
escribeajuandiego@gmail.com
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(1) (Post 4: La Maldición de los héteros)
http://sexopudoryhombres.blogspot.com/2008/02/la-maldicin-de-los-hteros.html

(2) (Dar click y ver a Jesse Bradford)
http://www.hollywoodteenmovies.com/JesseBradfordPic.jpg



 

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