
Durante la secundaria, viví enamorado (si esa es la palabra correcta) de un lindo compañero de clase: Miguel. Estaba buenote. Ojos melados, mirada de galán; nariz de dios griego, labios carnosos, cabello brillante y lacio cayendo sobre la frente; el cuerpo (ufffff…) fibroso, marcado, piernas de futbolista, trasero redondo, apetecible delantera....
