Del amor al odio...

Este es mi último post... Charly leyó mi blog, vio lo que puse de él y reaccionó de extraña manera...

¡Regresé!!

Volví a postear después de un año... Comparto con ustedes EL PRINCIPE LLEGÓ...

Fumando espero...

En días simples llego a fumar una docena de cigarros. En días medianamente complejos puedo fumar hasta quince. En días terribles, en esos momentos en que la tensión me devora y ...

27 febrero, 2008

¿DÓNDE ESTÁS CORAZÓN?

Publicadas por Juan Diego 136 comentarios


Tenía nueve años cuando hice la primera comunión. Fue un día especial. Me sentí el centro del mundo, el pequeño cristiano más importante de la galaxia, querido por todos, protegido por Dios, casi invencible… Han pasado muchos años y no he vuelto ha sentirme así. No se porqué, siempre he ligado la sensación linda de la primera comunión con la linda sensación de sentirme amado y de amar. De sentir los besos como hostias que fortalecen, de sentirme el centro de algún mundo, la persona más importante de alguna galaxia creada para mí, protegido, casi invencible… Si, suena cursi, quizá ridículo para algunos, baratamente romántico para otros. No obstante, es verdad, y la verdad quiero volver a hacer la primera comunión (aunque ya no sea la primera) como hizo ayer mi sobrina a sus nueve años.

La enana estaba feliz. Pero el único demente obsesionado con insistir en que éste había sido 'el día más especial de su existencia' era yo. La niña que parece una anciana sabia, me hizo sentir verdaderamente ridículo, baratamente romántico, porque me aclaró segura, que ‘el día más especial de su vida sería el de su matrimonio’. Sentí que añoraba tanto la primera comunión, porque el día más especial de mi vida, el de mi matrimonio o de algo similar, probablemente nunca llegaría…

Lo de Leonel y su amante heterosexual me dejó con la cabeza llena de preguntas. El llanto de ayer de Omar, esta vez por un mozalbete chiclayano que lo ilusionó y luego engañó, me destrozó el corazón. El silencio de Fabián hace un rato, sus ojos mirando a la nada, sus suspiros de soledad adulta, me desconcertaron. La seriedad de Guillermo más seriedad que de costumbre, y sus disquisiciones casi científicas acerca de la imposibilidad de amar para los gays, me descorazonaron. Nadiana, maquillando sus ojos, olvidando los aplausos que recibe en el escenario, sintiéndose sola, hombre solo detrás de sus cabellos largos y brillantes, me dejó sin voz. Y yo, fumando y esperando al hombre que aún no quiero, pero que querré con locura si él quiere que lo quiera, completaron una semana de reflexión y cuitas de amor más graves que las del joven Werther. Sabe Dios porqué, estos días se cargaron de nostalgia, de deseos de amar insatisfechos, de profundos temores a la arbitraria soledad. Fuimos presas fáciles de la pena, gays tristes y sin pareja a los que les faltó ‘Yo no nací para amar’ de Juan Gabriel y siete whiskies sin hielo para sentirse como verdaderos desgraciados.

La ultima vez que me había sentido así de triste, fue el 14 de febrero. Es verdad, también es el día de la amistad, pero no nos engañemos, ese es el día de los enamorados por excelencia. Lo de la amistad fue otro invento comercial para que los solitarios como nosotros no dejemos de gastar nuestro dinero.

Tenía diecisiete años cuando tuve mi primera pareja gay. Su nombre era Giovanni. Rubio, tablista, pecoso, de envidiable y goloso trasero. Sin embargo, ser más gay que Paco Ferrer era una idea que lo trastornaba, y si yo con cada remecida que le daba, contribuía a que Paco y él compitan en mariconada, Giovanni terminó siendo un imbécil y yo un adolescente infeliz (duramos 28 días). Ya integrado al ambiente gracias a Fernando, hoy Nadiana, conocí a mis diecinueve a Richard, un flaquito, trigueñito, sin trasero y con mucho trauma. No sé porque se me acabó el amor sin haberlo usado tanto. Nunca terminé con él, simplemente me alejé dejándolo ahogado en la pena (duramos 32 días). Pero como todo se paga en esta vida, vendría a mis veinte, Pierre. Cuerponcito, medio rubio, bailarín delicioso que remeció mis cimientos con sus curvas prodigiosas y sus movimientos salvajes. Me volvió loco, y la locura es estupidez, y fui el más estúpido loco que Gitano y Perseo conocieron. En resumen, Pierre fue un desgraciado. Sufrí, adelgacé, lloré, casi desfallecí… (duramos 45 días). Me costó mucho superar la mala experiencia y aunque aparecieron varios pretendientes en el camino, no lograron conquistarme. Hasta que, en una cita a ciegas que en otra entrega comentaré, conocí a Daniel. Aladino criollo de labios gruesos y ‘derriere’ de mamacha. Quizá el amor de vida, quizá la más grande tristeza de mi vida. Fui su primera experiencia y fue él mi segunda primera comunión. Cierto día partió a Alemania de vacaciones con la promesa de ser fiel y volver para compartir cucuruchones en el Frágola. Pero Daniel me engañó. Se dejó seducir por un nazi y el muy desgraciado me lo contó, según dijo, para empezar de cero y sin mentiras. Conclusión, lo eché de mi vida. Conclusión, me consumió la pena… (duramos 125 días). Como estar sólo era algo que mi espíritu no consentía, me arrojé fácilmente a los brazos de Víctor. Sencillo muchacho del centro de Lima, chato, romántico e infiel. Me colocaría las más grandes cornamentas que gay alguno haya llevado. Porque, aunque suene gracioso, me adornó hasta con el lechero, el canillita y el salchipapero. Conclusión: acabé otra vez solo y estúpido. (duramos 50 días). Más, todo cambiaría al poco tiempo al aparecer Guillermo. Blanco, atractivo, sexy y también chato. Fue amor a primera vista, flechazo instantáneo, locura automática. Nos mudamos juntos a la semana, nos amamos como criaturas recibiendo la hostia en la basílica catedral, fui feliz. Sin embargo, el universo me había puesto a Guillermo para amarlo diferente, para amarlo como amigo, para compartir algo más profundo que la intimidad. Y cierta noche descubrimos que habíamos nacido para ser hermanos, no amantes. Hablo del mismo Guillermo analítico y criticón que forma parte de mi grupo inseparable de amigos, a quien veo hoy como hermano, a quien ver de otra forma, sería incesto. Cosas de la vida, cosas del amor… (duramos 327 días).

Luego de este aburrido paso por mis experiencias sentimentales, todas fallidas, llegué hasta hoy en completa soledad sentimental, lo que no es malo. Hace un tiempo que no tengo pareja, y estar solo, a veces hace bien, sólo a veces, porque en semanas como ésta, contagiado por la pena grupal, siento que a mis veintiséis años necesito casarme (no de blanco, claro), pero necesito por fin un amor de verdad…

Fabián ha tenido a sus cuarenta y tantos años, 17 parejas. Leonel en sus cortos años de gay confeso, entre trauma y trenzas sueltas, 8 parejas y 14 amigos cariñosos (incluido Paul, el hétero). Guillermo, 3 parejas (incluido yo) y varias aventuras sin sentido. Omar, el sufrido Omar, no ha tenido nunca pareja, apenas 56 intentos fallidos de ser amado e igual número de decepciones. Y Nadiana ha tenido 2 parejitas y varios amantes machos que no han pasado de encuentros fugaces.

¿Será que los gays somos inestables? ¿Será que los gays nos equivocamos demasiado? ¿Será que no nacimos para amar? ¿Será que nos la pasamos probando, intentando, esperando el amor verdadero que tarda, tarda, tarda y que no sabemos si llegará? ¿Seremos taaan putos, promiscuos o tarados como dicen?

Pero en noches como ésta, y luego de pensar en Leonel intentando convertir a su heterosexual en el verdadero amor, siento que todos, a veces de forma equivocada, procuramos no estar solos, procuramos hallar en la disco el amor negado, en la calle el amor soñado, en el chat el amor que no llega y que se tiñe de misterio, anhelamos hallar al príncipe azul que nunca se convierta en sapo, al pata perfecto que nos haga sentir más gays que nunca y menos gays que siempre.

Mientras llega, atiborramos nuestras cabezas de fantasías, complacemos nuestros cuerpos con otros cuerpos solitarios, y entre la amargura, la pena, la nostalgia, la cólera, la frustración y el resentimiento por ser gays y estar condenados a estar solos, nos parecemos a Shakira y buscamos al ‘corazón’, y lo buscamos ayer entre el cielo y el suelo y no lo encontramos. Y buscamos en el armario, el abecedario, en los libros de historia… y no lo encontramos.

Odio la promiscuidad porque mata. Odio la soledad porque mata. Amo el amor aunque a veces mata. Amo a mis amigos que mitigan mi soledad y me evitan morir en ella. Amo a ese alguien que no conozco y que no llega, ese que nació para amar como yo, pero que no me encuentra todavía.

Me acuesto y eso que no tengo sueño. La cama es una excelente compañera, el espacio calentito que encontré para soñar con el día cursi y especial en que vuelva a hacer la primera comunión, y pueda por fin, otra vez, sentirme el centro de algún mundo, la persona más importante de alguna galaxia creada para mí, protegido, casi invencible…

JUAN DIEGO

YO NO NACÍ PARA AMAR...

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ESTA CANCIÓN CAE A PELO CON EL CONTENIDO DE MI CRÓNICA ANTERIOR.A MIS AMIGOS Y A MÍ NOS FALTABA SIETE VASOS DE WHISKY Y ESTA SONG PARA SENTIRNOS COMO VERDADEROS DESGRACIADOS... NO ES MI INTENSIÓN QUE ALGUNO DE LOS LECTORES SE SIENTA PRESA DE LA DESGRACIA, PERO ES BUENO MATIZAR EL BLOG CON ALGO DE MUSICA...

JD

 

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