
Es aproximadamente la una de la madrugada, no puedo dormir. Doy vueltas en la cama, cuento ovejas, cabritos y hasta perros. ¡Imposible! Mi insomnio de los viernes me impide pegar los ojos y lanzarme a los brazos del desgraciado de Morfeo.Cojo el celular y marco a Fabián. El pobre acaba de responderme con una voz de espanto. Dormía plácidamente...
