Ya me repuse de la penita que dejó Álvaro, demonio con pinta de arcángel, y ni me acuerdo que alguna vez sus labios besaron los míos, que hicimos el amor riquísimo y que su espalda es cien veces mas rica que la foto que acompaña el post anterior.
Entre tanta actividad física y mental, me alejé un poco de mis amigos-hermanos del alma. No tuve tiempo ni para hablar por teléfono. Entre las filmaciones, sesiones fotográficas, reuniones, planificaciones y estudios de maestría que exprimen hasta mi última neurona, dejé de ver a mis patazas. Mi madre y mi hermana me han dado más comida para no debilitarme por tanto esfuerzo corporal y mi padre me exige tomar maca, maca pura para tener harta resistencia...
Visitar el depa de Fabián me puso al tanto de los últimos acontecimientos suscitados entre mis amigos. Algo sabía acerca de lo que pasaba, pero estar ahí, en el centro mismo de la noticia, junto a Fabián, versión gay del diario Correo, me brindó la información precisa y calentita que necesitaba para actualizarme.
Fabiancito sirvió café. Aunque no venga al caso, debo contar que, gracias a una vieja receta familiar, él prepara el café express más rico de Lima, el acompañamiento perfecto para disfrutar los chismes del momento. Fabián posa sus cuidadas nalgas sobre el sofá y empieza con el recuento de los hechos.
Se sorprenderán tanto como yo con lo que me cuenta Fabián. Resulta que Omar, el sufrido Omar, parece, por fin, haber encontrado el amor. Si, tal cual lo leen. Mi amigo sufrido y el chico de las nalgas technocumbieras mas proporcionadas de Lima (y más ricas, dicen) son pareja.
Mi amigo, uno de los gays que más ha sufrido por amor y desamor en este mundo jodido, ha encontrado en Gary (asi se llama el culón), su primera pareja formal. No me asombra la rapidez del compromiso conociendo a Omar. Pero debo preguntar si ese muchachito proveniente de la selva peruana es conveniente para él. Considerando su facilidad para deprimirse y sufrir en exceso, quizá se topó con un mocoso aprovechador. No obstante, Fabián, pregona que Gary es un buen chico. Asevera que durante estas dos semanas solo ha demostrado amor desinteresado por Omarcito. Dice que mi amigo luce radiante, feliz, dichoso. De verdad eso me alegra. Nadie se merece ser feliz tanto como él.
Me cuenta, también, que Guillermo sale oficialmente con Armando, el que lo plantó dos veces en la disco. El chato, algo me había dicho por teléfono, pero como sabe que suelo ser muy incisivo con esas cosas, de hecho prefiere decírmelo personalmente. Fabián asegura que Armando es guapo, tiene como treinta y cinco años, es alto, interesante, se ríe como chiquillo travieso y bla, bla, bla... Armando es profesor universitario, militó antes en grupos católicos lo que le da cierto aire ecunémico, una postura de hombre bonachón que busca hacer lo correcto y que lo apega, además, y en gran medida, a la religión. Guillermo lo ha acompañado a misa dos veces esta última semana y me cuenta con discreción Fabiancito que el chatito amigo nuestro habla hasta más pausado, “parece un monaguillo” murmura, como si serlo fuera un crimen. Tendré que conocer al susodicho para opinar. Tengo buen ojo para deducir rápidamente si alguien es conveniente o no para un amigo. Lástima que ese nivel de intuición no funciona para ver quien realmente le conviene a mi vida. Bueno...
Y, Leonel, sigue empecinado en convertir a Paul, el hétero, en el amor de su vida. Cuando todo parece estar súper bien entre ambos, Paulcito sale con alguna nueva pachotada y trastorna el sensitivo espíritu de Leonelcito. Mi amigo que no es discípulo de Martha Hildebrant y usa lo peor del diccionario cuando se molesta, le recuerda a su madre, abuela, bisabuela. Paul se pone rojo como la kola inglesa y lo deja hablando como loco. Leonel va tras de él y le exige devolver el dinero que le dio para comprar medicinas para el hijito que tiene con su ¿novia? y Paul llora, de rabia, dice, porque mi amigo lo hace sentir un sinvergüenza mantenido. Leonel, se siente, de pronto, dominado por el espíritu vivo del buen uso del idioma y dejándose adormecer por la jugosas lagrimitas de Paul, le pide perdón por usar, a veces, el idioma de tan mala forma y en contra suya. Paul se rasca los testículos para parecer bien macho y sonríe con esa expresión de pendejo que solo él tiene para encandilar a los gays. Leonel, se siente Verónica Castro en Los ricos también lloran y siente que a veces es necesario sufrir para ser feliz. Al minuto, la ¿mujer? ¿novia? de Paul lo llama al celular (comprado por Leonel, claro) y le exige verlo automáticamente. Paul se hace él que no sabe qué hacer. Obviamente deberá irse. “Me quito un rato“, asegura, para “arreglar” las cosas con su ¿esposa? ¿concubina? y Leonelcito, loquito como es, vuelve a olvidar a Martha Hildebrant y el buen uso del idioma y lanza el manifiesto abierto de la grosería. En ese listado de palabras sucias entran maldiciones, también, contra la ¿mujer? ¿esposa? ¿novia? de Paulcito. Leonel busca alguna piedra o elemento contundente para lanzárselo a Paul. El chiquillo hétero corre como loco moviendo el potito de futbolista. Leonel corre tras él y recuerda ahora a la señora madre del muchacho, al padre, a los tíos... Paul, aterrado, se sube al primer ómnibus que pasa cerca a la avenida. Leonel sigue gritando, chillando, maldiciendo. Luego va a casa de Fabián y llora. Luego de dos cafecitos, se calma un poco.
Nadiana, está más regia que nunca. Ha entrado al gimnasio, y atrevida como es, osa ir en minúsculos pantaloncillos de lycra. Por supuesto, escondiendo como se debe, ese pedazo de carne extra que aunque no quisiera está ahí, sudando, latiendo. Mi amigo-amiga ha exigido al instructor una rutina que le permita afirmar sus nalgas hasta convertirlas en dos deliciosas columnas romanas, firmes y torneadas. El instructor, que es gay y baila como Gloria Trevi en medio de la pista cada vez que toma un poco de licor, la entiende mejor que nadie y la engríe. La china es la reina en las masivas clases de Tae Bo, pero de eso y sus experiencias gold, hablaré en otra entrega.
Me quedo en el depa. Los amigos vendrán emparejados, y Fabiancito, Nadiana y yo, los solteros eternos del grupo, nos dedicaremos a contemplar las escenas románticas que seguramente van a darse en medio de la sala. Solo rezamos para que Leonel no venga. Bueno, que no venga acompañado de Paul. Solo será siempre bienvenido, pero con su hétero lo preferimos lejos. No queremos ver los adornos de Fabián (algunos del siglo XIX) volando de un lugar a otro.
La primera pareja en llegar a esta suerte de club del amor homosexual es la conformada por Guillermo y Armando. El gordito (está bastante subido de peso) es alto, colorado, de cabello castaños y cejas pobladas. Luce bonachón, aunque me mira de pies a cabeza cada vez que no le doy cara (lo vi por el espejo). Bueno, soy el ex del chico con el que ahora quiere formar ¿familia? No siento celos, aunque muchos puedan pensar eso. He conocido tantos ¿amigos? de Guillermo que tendría que estar demente para sentir ardores en situaciones como ésta. Pero, la verdad, siento que detrás de la amplísima sonrisa de Armando, se esconde un marcado fastidio hacia mí. Insisto, carajo, no son celos, es mi sexto sentido diciéndome a gritos que ese hombre no me quiere para nada y para nada me quiere cerca de su Guillermín. Mi enano amigo me mira con carita de quien tiene al lado a San Francisco de Asís y ríe nervioso. Armando levanta una ceja y analiza cada mirada o gesto que Guillermo y yo nos damos.
Fabián trae su delicioso café como para calmar los ánimos y Cher salta como loca cerca de la puerta. El tío Omar llega acompañado de su charapa cumbiambero y la perrita peluda se deshace en mimos para quien la peina y mima todos los sábados. Omarcito trae la cara más feliz que alguna vez le he visto. Hace su ingreso tras de él su recién estrenada parejita, Gary. El charapita es un trigueñito guapetón, delgado, formado, de ojos caramelo, perfil de pekines y blanquísima sonrisa. Me saluda como si conociera de toda una vida. Me da un fuertísimo abrazo y expresa su gusto por conocerme. Se declara visitante de mi blog y me llena de halagos. Me conmueve tanto cariño y cuando uno está semi-depre viene bien recibir un poco de floro que nos avive el ego alicaído.
Armando, dice, que no conoce mi blog y aunque Guillermo algo le contó, su recargada agenda no le permite dedicarle tiempo a actividades extracurriculares. Así lo dijo. Sin embargo, el nuevo embajador del talento de Juan Diego, Garicito lindo y precioso, se encarga de decirle que mi blog es la sucursal del cielo. Ciertamente exagera, pero dejo, riendo hipocritísima, que mi edecán lance todas las marrullerías posibles. Cada halago dirigido a Juan Diego, elimina un puñado de pelos de la pomposa barba de Armando. Fabián nos sirve más café y sonríe cual anfitrión soñado. Cher, que entiende mis sentimientos, olfatea las canillas de Armando y ruge de pronto. Un grito de Fabián basta para que la perra se haga la tonta y moviendo la cola con sorna, le de la espalda al barbón. Gary llama a la perrita y la enana peluda enloquece en mimos con la parejita de Omar. “Este muchacho tiene buena vibra”, digo en voz alta. Armando ya ha perdido media barba.
Pero lo que nadie quería que pasara, pasó. Llegaron Leonel y Paul. Fabián, manteniendo las formas del perfecto anfitrión, sonríe como toda una nona y recibe al guapo, guapísimo, churrísimo, riquísimo Paul. Al conocer por fin al famoso hétero, entiendo porqué Leonel muere tanto por él. Bueno, nada justifica la estupidez, pero Paul, Paulcito es muy,muy,muy,muy guapo, un cuerazo. Medianamente alto, complexión media, cabello negro, piel blanca, ojos verdes, expresión de ángel, nariz de ángel, dientecitos de ángel, cuerpo de ángel, piernas de ángel, culo de arcángel. Paul, el hétero es un bombón. Para terminar de deslumbrarnos, Paul es un caballerito. Educado, de melodiosa voz, machito rico que se sienta con la piernas abiertas sobre el sofá principal y nos tiene a todos viéndolo con ¿sorpresa? ¿deseo? Trae la camisa desabotonada dejando parte de su pecho lampiño al descubierto, el jean desgastado se pega a sus piernas de roble, trae lindas zapatillas y huele riquísimo. Lo admiramos con tanto interés que nadie se percata en que Paul, Paulcito bello, vino acompañado de nuestro amigo.
Leonel que nos conoce bien y sabe por donde van nuestros homosexualísimos gustos, se sienta junto a su amado y lo toma firmemente su mano. Me pongo a repasar lo problemático que debe ser comprometerse con Paul para evitar sentir envidia de mi amigo.
Risas van, risas vienen, y hace su ingreso la versión gay de la mujer biónica, Nadiana. Luce divina, parece modelo de comercial de cerveza y luce sus formas con coquetería.¿Vino solita? Nooooo. Nadiana entra del brazo de Jorge Arturo. ¿Quién es ése? Me entero allí mismo que es un ingeniero de sistemas español con el que mi amiga-amigo está saliendo desde hace una semana. Es decir, todos están acompañados, menos Fabián y yo.
Le digo a Fabián que no queda de otra, que debemos resignarnos, que ya nos tocará salir con alguien. Fabiancito me mira con cierta vergüenza. Cher ladra como loca otra vez. ¿Esperamos a alguien más? logro preguntar. En eso ingresa Raúl, un tipo cuarentón y muy bien plantado que desde hace cinco días sale con Fabián. ¿Whattt???
O sea, ¿Juandieguín será el violinista de la reunión? ¿el que verá la felicidad ajena y se resignará a acariciar a la perra?
De pronto, mis cinco amigos-hermanos del alma se besan y acarician con sus acompañantes y me da alegría que eso pase, ellos se merecen lo mejor del mundo, pero... se siente feíto ser el violinista. Todos centran su atención en mí, se dedican a halagarme, hablan de mi blog, mi vida laboral, de lo bien que está mi cuerpo. Siento que todos quieren que me sienta menos mal. Pero no estoy mal, ¿o sí?
Mal no estoy, solamente estoy solo, y la verdad, descubrí que es mejor estar solo que mal acompañado. En ocasiones para no estar solo podemos ser capaces de lanzarnos a los brazos de cualquiera, yo no quiero eso. Pucha, tengo tanto trabajo, me absorbe tanto el estudio y tengo tantos proyectos por hacer que no me entristece tanto estar un tantito solo. ¿O si?
No sé. Me da alegría que Omar coja fuerte de la mano a Gary y que el chiquito lo mire con unos ojitos de profundo amor. Veo a Fabián sirviendo café con tremenda ilusión, con los ojos chispeantes. Raúl lo ve risueño y le roba un piquito. Fabián luce feliz. Leonel y su hétero guapísimo se divierten hablando de fútbol y se toman un trago del mismo vaso. Guillermo se deja abrazar por el chinchoso de Armando. El gordo le besa la frente y le dice que debe tomar algo para la garganta. Me gusta que se preocupe por él. Y, Nadiana, se siente hembra, mujer, ríe feliz junto a su español que le da unos besos ruidosos con seseo incluido. Estoy feliz por ellos. Si ellos están bien, yo estoy bien y eso es suficiente.
Bueno, hoy soy violinista, tal vez mañana no. La vida es así.
Gary pone un CD. Es cumbia, la música de moda. No me gustan mucho esos ritmos pero la noche amerita celebración. Además hay un violinista experto en medio de la sala.
Uno de estos grupos cumbiamberos de nombre que lleva letra y número se deja sentir con una cancioncita melosa que dice algo así como “yo sin tu amor me volvería loco, yo sin tu amor...” “ porque tu eres para mí las ganas de enfrentarme a la vida...” “ no podría vivir sin tu amor” Las parejas se ponen más románticas, Cher me ladra y baila. Me voy un ratito al baño, me miro en el espejo y pienso que sería rico que alguien me cante esa canción, aunque sea cumbia. De hecho alguna vez pasará, esta noche no...
Gracias por leerme
Juan Diego
27-04-2008